domingo, 9 de marzo de 2008

LA SITUACION EPIDEMIOLOGICA La pobreza y el cambio climático despiertan viejas enfermedades

Volvió la fiebre amarilla y hay nuevos virus al acecho. Un informe oficial admite que las inequidades sociales potencian los riesgos para la salud. Y que los daños al medio ambiente expanden enfermedades tropicales.
Pablo Calvo. pcalvo@clarin.com
La frontera en guardia, futbolistas que se inmunizan para jugar la Copa Libertadores, colas en Puerto Madero para vacunarse contra la fiebre amarilla, un calendario de vacunas en expansión y precauciones extra de miles de viajeros. Todas estas señales, generadas por distintos motivos, coinciden en un punto: enfermedades de la pobreza han vuelto y están a la orilla de sectores de clase media que se creían a salvo.Lo confirma la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Carlos Malbrán, que en su Plan Estratégico 2008-2011, al que accedió Clarín, traza el siguiente cuadro: "Una característica central de la situación social del país es su importante y creciente heterogeneidad. La pobreza y la indigencia se distribuyen en forma muy desigual, con disparidades entre provincias y al interior de ellas, diferencias preocupantes que ponen en evidencia condiciones de vida muy diferentes en la protección de los derechos sociales y económicos de los argentinos. 17 de las 24 provincias del país presentan tasas de pobreza superiores al promedio nacional" "Al analizar la situación sanitaria de la Argentina, se observa la coexistencia de problemas de salud similares a la de países desarrollados, predominantes en sectores de medios y altos ingresos, conjuntamente con la presencia de enfermedades infecciosas que siguen presentando riesgos sanitarios de importancia que afectan principalmente a los sectores de menos recursos". "Si bien la situación de la salud de la población, reflejada en los indicadores sanitarios del país, ha mejorado respecto de las décadas pasadas, se reconoce la presencia de enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes, tales como el VIH/sida, tuberculosis, Chagas, dengue (el mosquito vector del dengue está presente en 17 de las 24 provincias), hantavirus y leishmaniasis. Algunas de estas enfermedades, como estas tres últimas, están fuertemente relacionadas con el deterioro del medio ambiente público y privado".Se refiere, en primer lugar, a las alteraciones que sufre el hábitat humano, como consecuencia de desmontes, sequías, inundaciones y el aumento de la temperatura. Esto incide en el avance de enfermedades tropicales y en la reproducción veloz de insectos y roedores, que actúan como agentes transmisores de enfermedades. Los mosquitos, por ejemplo, se hacen cada vez más resistentes a las fumigaciones, explican los especialistas.Pero también se advierte que factores como la mala alimentación, la suciedad o el contacto de las personas con la basura, la falta de agua potable para vastos sectores de la población y la precariedad de las viviendas y los servicios forman un contexto adverso a la contención de los virus.¿Está bien preparado el país para enfrentar este panorama? Informes oficiales señalan que el gasto total en salud subió de 184 dólares per cápita en 2002 a 326 dólares en 2006. Además, se distribuyeron 40 millones de tratamientos para 20 millones de personas y se sumaron 7.000 profesionales para la atención primaria, según los últimos datos.¿Qué falta? La respuesta hay que buscarla entre las metas estratégicas sugeridas por el Malbrán para los próximos años. Se habla de construir un mapa de enfermedades con la ayuda de imágenes satelitales para "hantavirus, dengue, leishmaniasis y otras patologías" y de elaborar protocolos de investigación clínica de "enfermedades infecciosas de alto impacto, que abarque el tratamiento y los marcadores inmunológicos y predictivos".El conmutador telefónico del Ministerio de Salud de la Nación recibe a los ciudadanos con un mensaje bien directo: "No le dé lugar al dengue, de usted depende". Luego atiende Hugo Fernández, director nacional de Prevención de Enfermedades y Riesgos, quien admite el "resurgimiento" de las llamadas enfermedades reemergentes. "Hay que aclarar que cada patología tiene un componente diferencial, que no sólo las condiciones sociales sino también el cambio climático influyen por ejemplo en que haya más mosquitos peligrosos y que son enfermedades de las que nunca debemos dejar de cuidarnos", señala el funcionario, ante la consulta de Clarín.El debate sobre las barreras inmunológicas que protegen a los argentinos se reavivó hace una semana, cuando se detectó el primer caso de fiebre amarilla en el país luego de 42 años de quietud. La ministra de Salud, Graciela Ocaña, consideró lejana la posibilidad de una epidemia. Aun así, colas de personas temerosas se forman desde hace un mes frente a los centros de vacunación. Se dan incluso situaciones inéditas, como la vacunación del plantel completo de San Lorenzo para prevenir el contagio en sus viajes por América latina. Y aviones procedentes de Brasil reforzaron el rociado de insecticidas naturales en las cabinas de pasajeros.Es que las migraciones aparecen como el tercer factor de incidencia en la expansión de enfermedades. Fuentes consultadas por Clarín revelaron que en los últimos tres años se hicieron cuatro simulacros en el país a modo de ensayo sobre cómo actuar ante una hipotética pandemia mundial del virus de influenza (gripe). Una particularidad: además de las consideraciones técnicas del procedimiento (alerta en el aeropuerto, respuesta rápida, manejo de contingencia), se contempló la posibilidad de una "protesta de los pasajeros asintomáticos", una actitud bien autóctona, fuera del manual internacional.El caso de fiebre amarilla confirmado en Misiones, de un trabajador rural que no estaba vacunado, fue descubierto entre otros 100 sospechosos, examinados y luego descartados, lo que habla del grado de alerta vigente.El panorama difiere según la enfermedad. En el caso de la tuberculosis "la situación epidemiológica es muy comprometida y estamos muy mal preparados para afrontarla", advierte Cristina Gaitán, jefa del servicio de Tisioneumonología del Hospital Eva Perón de Avellaneda y coordinadora de la sección Tuberculosis de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR)."Lejos de estar controlada -agrega-, esta enfermedad va en aumento. Además, creció mucho la tuberculosis multirresistente y la ultrarresistente a los tratamientos convencionales con fármacos. Esto significa que cada vez son menos los medicamentos disponibles para curarla y esto se debe fundamentalmente al abandono del tratamiento (dura seis meses) o a tratamientos mal indicados".El Programa Nacional contra la Tuberculosis reportó 12 mil casos el último año. Más de cinco mil se detectaron en el Gran Buenos Aires y en barrios pobres de la Capital. El resto, en las provincias del norte argentino.En otra región, la pampa húmeda, se advirtió el aumento de casos de la llamada Fiebre Hemorrágica Argentina, una enfermedad con "alto impacto sanitario" que se transmite por excretas infectadas de roedores en contacto con heridas de la piel de las personas. Desde entonces, se incorporó al Programa Nacional de Inmunizaciones la vacuna contra el llamado "virus Junín".En cuanto a la rubéola, existe en el país una situación de "vigilancia intensificada" y un compromiso internacional para eliminarla para el año 2010. Hace dos años, fueron vacunadas seis millones de mujeres, en especial las que tenían entre 15 y 39 años, es decir, en edad fértil, para evitar el contagio de sus hijos. Pero ahora, por primera vez, las autoridades sanitarias evalúan implementar una campaña de vacunación masiva de hombres, dijeron a Clarín fuentes de Salud.A fines del año pasado se creó la Comisión Nacional para la Eliminación de la Rubéola, el Sarampión y el Síndrome de Rubéola Congénita (SRC), pero no se ha avanzado demasiado en ese camino. Dice la resolución 1555 que le da forma: "El enfoque de la vigilancia del sarampión, la rubéola y el SRC y las estrategias de cobertura de vacunación deben encararse en forma rigurosa, especialmente, en zonas de frontera, para evitar la reintroducción de los virus salvajes de sarampión y rubéola, dado que la vigilancia de ambas enfermedades se realiza en forma integrada".Argentina se halla libre de sarampión desde hace más de siete años. El último caso autóctono fue registrado en el año 2000.

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